miércoles, 27 de abril de 2016

Pulgarcito (teatro en verso)



Autores: alumnos del CP Miguel de Cervantes (Marbella)

Actúan: alumnas y alumnos de



Érase una vez
un bosque deshabitado,
que decían que
estaba encantado,
donde nadie a entrar se atrevía
porque un ogro malvado,
al que le gustaba zampar,
allí vivía.

A la entrada de este bosque
una casa vieja había
con una familia pobre
y una despensa vacía.

Era la casa de Pulgarcito
quien con su padre y sus hermanitos
a cortar leña se dedicaban.

Pero a Pulgarcito
miedo le daba
perderse en el bosque
no encontrar su casa.

Así que pensó
que recogiendo piedrecitas
el camino marcaremos
pronto de vuelta estaremos
en nuestra querida casita.

Y así fue como ocurrió.
A la mañana siguiente,
un trozo de pan cogió
y Pulgarcito , muy vivo,
una luz se le encendió.

Este trozo de pan
a casa nos traerá
iré echando migajas
y regresaremos una vez más.

Terminado el trabajo
la sorpresa fue tremenda:
las miguitas de pan
habían desaparecido
porque los pájaros
se las habían comido.

En el bosque quedaron
los pequeños atrapados,
no sabían qué hacer
y cualquier ruido
les hacía estremecer.

Pero en ese momento,
Pulgarcito una luz vislumbró
y la ilusión en sus rostros
de nuevo afloró.

Avanzando hacia la luz
una casa apareció.
Era grande, fea, asquerosa
con ventanas espantosas
y un tejado de piel de oso
con aspecto tenebroso.

Altos muros de piedra,
rotos y polvorientos,
rodeaban la casa
cubierta de hiedra.

Su puerta de madera
vieja, rugosa, podrida,
tenía una calavera
y telarañas en las esquinas.

Los niños se acercaron
estaban muy cansados.
Al timbre llamaron
abrieron la puerta y entraron.

El suelo retumbaba,
las paredes se movían,
se volcaba la mesa
y los niños,
del pánico presa,
tras las cortinas se escondían.

Mientras trataban de adivinar
lo que les hacía temblar,
se acercaba una figura horripilante
del mal la causante.

Entra en la habitación
y a todos se le encoge el corazón.
Era un gigante
de olor repugnante.

Era un ogro malvado,
el más buscado y temido
de todo el Estado.

Era un dolor de muelas
que nos tiene en vela.
Era un cocodrilo
persiguiéndonos por el Nilo.

Era un resfriado
que nos deja mocos
por todos lados.

Era un castigo
sin tele y sin amigos.



Era un bocadillo
de garrapatas
y grillos con patatas.

Era una colleja,
un bofetón,
un tirón de orejas.

Todas estas cosas era,
de verdad, colegas.
Allí estaba él,
con cien callos en los pies.

Vine cansado, sin vida,
pero al oler carne se anima.
Los niños despavoridos
corren hacia el pasillo.

El ogro los ve salir
y se dirige hacia allí.
Intentó coger a los pillos,
no pudo
y se cayó por el pasillo.

Volvió a correr tras ellos,
los agarró
y por un pelo no se los comió.

Cansado, mejor pensó:
Esperaré hasta mañana
que sabrán mucho mejor
ya que si duermen
estarán más crujientes.

Me los desayunaré
cuando me levante.
Al ogro le entra sueño
y encima de la mesa
se queda como un leño.

Mientras Pulgarcito
tiene una idea:
las botas le quitarán
y corriendo se largarán
antes de su despertar.

El niño tiró y tiró
pero quitárselas no podía.
se tomó la pócima de su tía
y sin esfuerzo las sacó.

Al sacarle las botas
muchas cosas encontraron,
pero todas de aspecto raro:
escarabajos, serpientes,
un ciempiés
y restos de animales chamuscados.

Pero lo peor
fue el horrible olor:
olía a pedo mañanero,
a coles en el puchero,
a un eructo de mi abuelo,
a vómitos y estercolero.

Como siga recordando
¡Me muero!

Los hermanos a Pulgarcito
las botas le pusieron
y al tamaño de sus piececitos
éstas se redujeron.

Todos pensaban
cómo del ogro
se librarían,
pues, si ahora, roncaba
cuando despertara
sus vidas peligrarían.

Pulgarcito preparó un plan
aunque sólo pensar en ello
temblaba como un flan:
- Con una cuerda
al ogro ataremos
nuestros cordones uniremos
y al gigante enrollaremos.

Una vez el ogro prendido,
Pulgarcito con serenidad
fue a buscar a su majestad.

A palacio llegó
Y tumbado en su sillón
Al rey encontró
Y este les contestó:
- Tranquilo, no te preocupes,
mis soldados son unos buitres
al ogro capturarán
y en un calabozo
lo encerrarán.

- Pero ¿cómo te pagaré?
-preguntó el rey.

- Hacedme vuestro mensajero
y ganaré mucho dinero.

El rey agradecido
a Pulgarcito contrató
y a sus hermanos
al palacio los llevó.

FIN


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